Ciencia 2.0
¿Cómo se hace la ciencia hoy en día? Y por la parte que más nos atañe, ¿Las instituciones de investigación podrán seguir con el ritmo creciente de inversión en recursos de información?
Estas palabras de Juan Freire vienen a reivindicar que la ciencia siempre ha sido 2.0. Ahora no.
¿Que se entiende hoy día por ciencia 2.0?
Hemos encontrado diferentes interpretaciones de este término.
La más extendida hasta el momento era la que relacionaba la ciencia 2.0 con todas las tecnologías que favorecen la cultura de lo abierto y de la participación. Y en este sentido ya se han dado muchos pasos. Instituciones científicas y organismos públicos han incluido entre sus objetivos el acceso libre y gratuito a la información científica, ya que no hay nada más absurdo que volver a pagar por aquello que se ha financiado, como es el caso de los recursos electrónicos de las bibliotecas universitarias, y concretamente de PubMedCentral de los National Institutes of Health de Estados Unidos o la decisión de la Universidad de Harvard de una política de acceso abierto para los artículos publicados por sus investigadores. También existen proyectos editoriales sobre modelos de acceso abierto como los de BioMedCentral y Public Library of Science.
A todo esto se unen las tecnologías que afectan a la forma en que se hace ciencia y demandan la necesidad de grandes 'ciberinfraestructuras', de tecnología grid, para desarrollar la llamada e-ciencia: ámbitos de investigación que requieren grandes recursos computacionales y que se pueden beneficiar de los avances tecnológicos y del uso de internet como plataforma de trabajo computacional intensivo (Juan Freire). Incluso hablamos de una autoridad científica 2.0.
Pero la ciencia se basa en datos y lo que se publica normalmente no son los datos sino los resultados y sus formas de representación. En este sentido la Bill y Melinda Gates Foundation, por ejemplo, no financian ningún proyecto cuyo responsable no ceda al dominio público los datos que obtenga con la investigación.
La situación resulta escandalosa cuando se sabe que el 80% de los datos de alta calidad que se producen en el laboratorio nunca se hacen públicos (La Fuente), con el consiguiente despilfarro de recursos y conocimiento.
Estos proyectos sin embargo no dejan de tener sus detractores e impedimentos entre los conservadores usuarios académicos, quizás, como dice Juan Freire, debido a que la transición a la ciencia 2.0 es más lenta porque las instituciones académicas son refractarias a la innovación. Cómo decía un comentario en este blog:
El otro sentido de ciencia 2.0 lo encontramos en el artículo Science 2.0 de Ben Shneiderman, profesor de computación en la Universidad de Maryland, que apareció recientemente en la revista Science: el nuevo método combina la investigación científica convencional, basada en hipótesis contrastadas rigurosamente en laboratorio, con los métodos de investigación en las ciencias sociales y cuya finalidad es comprender y aprovechar mejor el uso de las redes sociales que ha posibilitado la sociedad de la información. Como se comenta en Destellos 21, Shneiderman advierte que estos estudios no se pueden medir en laboratorio y que desarrollan el método clásico de las ciencias sociales, al diseñar intervenciones que mejorarán aspectos de la vida actual como el comercio electrónico, las redes sociales, la asistencia sanitaria o la respuesta social a un desastre natural. Aunque la Ciencia 1.0 sigue siendo fundamental, dice Shneiderman, la Ciencia 2.0 reclama un cambio en las prioridades que afectará a la financiación de la investigación, a la educación y a la evaluación de resultados de investigación.
Esta otra acepción podemos resumirla en la siguiente pregunta que se hace Juan Freire: ¿Crea el mundo digital nuevos ámbitos de investigación científica que necesitan de cambios metodológicos? Todas estas preguntas pueden configurar el futuro de lo que podríamos denominar 'ciencia 2.0'.
PD. (14/03/08). Más información sobre este apasionante tema en el blog de Alvaro Cabezas
La creación de conocimiento científico se ha basado en comunidades de pares colaborando en redes abiertas y compartiendo sus resultados, pero si nos referimos a finales del siglo XX, la protección de la propiedad intelectual y las patentes dominan sobre el intercambio libre de conocimiento, que se limita en buena parte a los resultados finales en forma de artículos (pero rara vez a los datos originales o los detalles clave de los procedimientos).
Estas palabras de Juan Freire vienen a reivindicar que la ciencia siempre ha sido 2.0. Ahora no.
¿Que se entiende hoy día por ciencia 2.0?
Hemos encontrado diferentes interpretaciones de este término.
La más extendida hasta el momento era la que relacionaba la ciencia 2.0 con todas las tecnologías que favorecen la cultura de lo abierto y de la participación. Y en este sentido ya se han dado muchos pasos. Instituciones científicas y organismos públicos han incluido entre sus objetivos el acceso libre y gratuito a la información científica, ya que no hay nada más absurdo que volver a pagar por aquello que se ha financiado, como es el caso de los recursos electrónicos de las bibliotecas universitarias, y concretamente de PubMedCentral de los National Institutes of Health de Estados Unidos o la decisión de la Universidad de Harvard de una política de acceso abierto para los artículos publicados por sus investigadores. También existen proyectos editoriales sobre modelos de acceso abierto como los de BioMedCentral y Public Library of Science.
A todo esto se unen las tecnologías que afectan a la forma en que se hace ciencia y demandan la necesidad de grandes 'ciberinfraestructuras', de tecnología grid, para desarrollar la llamada e-ciencia: ámbitos de investigación que requieren grandes recursos computacionales y que se pueden beneficiar de los avances tecnológicos y del uso de internet como plataforma de trabajo computacional intensivo (Juan Freire). Incluso hablamos de una autoridad científica 2.0.
Pero la ciencia se basa en datos y lo que se publica normalmente no son los datos sino los resultados y sus formas de representación. En este sentido la Bill y Melinda Gates Foundation, por ejemplo, no financian ningún proyecto cuyo responsable no ceda al dominio público los datos que obtenga con la investigación.
La situación resulta escandalosa cuando se sabe que el 80% de los datos de alta calidad que se producen en el laboratorio nunca se hacen públicos (La Fuente), con el consiguiente despilfarro de recursos y conocimiento.
Estos proyectos sin embargo no dejan de tener sus detractores e impedimentos entre los conservadores usuarios académicos, quizás, como dice Juan Freire, debido a que la transición a la ciencia 2.0 es más lenta porque las instituciones académicas son refractarias a la innovación. Cómo decía un comentario en este blog:
Por poner un ejemplo; en mi caso, tenemos varios proyectos activos y en el mejor de los casos nos hemos quedado en el 1.5 ¡¡Si hasta la página del grupo es tipo portal, con nuestro webmaster y todo!!
El otro sentido de ciencia 2.0 lo encontramos en el artículo Science 2.0 de Ben Shneiderman, profesor de computación en la Universidad de Maryland, que apareció recientemente en la revista Science: el nuevo método combina la investigación científica convencional, basada en hipótesis contrastadas rigurosamente en laboratorio, con los métodos de investigación en las ciencias sociales y cuya finalidad es comprender y aprovechar mejor el uso de las redes sociales que ha posibilitado la sociedad de la información. Como se comenta en Destellos 21, Shneiderman advierte que estos estudios no se pueden medir en laboratorio y que desarrollan el método clásico de las ciencias sociales, al diseñar intervenciones que mejorarán aspectos de la vida actual como el comercio electrónico, las redes sociales, la asistencia sanitaria o la respuesta social a un desastre natural. Aunque la Ciencia 1.0 sigue siendo fundamental, dice Shneiderman, la Ciencia 2.0 reclama un cambio en las prioridades que afectará a la financiación de la investigación, a la educación y a la evaluación de resultados de investigación.
Esta otra acepción podemos resumirla en la siguiente pregunta que se hace Juan Freire: ¿Crea el mundo digital nuevos ámbitos de investigación científica que necesitan de cambios metodológicos? Todas estas preguntas pueden configurar el futuro de lo que podríamos denominar 'ciencia 2.0'.
PD. (14/03/08). Más información sobre este apasionante tema en el blog de Alvaro Cabezas
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